Ola de calor: qué es, cuánto dura y cuáles son sus consecuencias
Alerta por ola de calor en España. No importa cuándo leas esto, lo más probable es que el país acabe de experimentar un evento de calor extremo. O esté a punto de hacerlo. En el momento de escribir este artículo, la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) acaba de emitir una alerta por altas temperaturas en más de 30 provincias por máximas que alcanzarán hasta los 44 ºC.
En la península Ibérica, un territorio dominado por el clima Mediterráneo e influido por el Sáhara y sus anticiclones, el calor es normal durante buena parte del año. Pero, ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de olas de calor? ¿Hace hoy más calor que antes? ¿Tiene el cambio climático algo que ver? ¿Y cuáles son las consecuencias?
¿Qué es una ola de calor?
Una ola de calor es un evento en el que se mantienen temperaturas muy altas y estadísticamente poco habituales durante un tiempo determinado y en una región concreta. Las definiciones de qué es y qué no es una ola de calor varían entre países e instituciones. Pero vamos a quedarnos con dos.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), el máximo organismo científico a nivel mundial en temas de tiempo atmosférico y clima, dice lo siguiente: hablamos de ola de calor cuando la temperatura máxima diaria excede la temperatura máxima normal en 5 grados Celsius durante más de cinco días consecutivos.
Por su parte, la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET) define las olas de calor como episodios de al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10 % de las estaciones meteorológicas de una región determinada registran temperaturas máximas por encima de lo normal. Lo normal, en este caso, es todo aquello que no supere el 95 % de las temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto entre los años 1971 y 2000.
¿Qué temperaturas alcanza una ola de calor?
Durante las olas de calor se alcanzan temperaturas más altas de lo normal. Pero lo que es normal y lo que no depende de la zona geográfica y del momento del año en que nos encontremos. Como se puede ver en la imagen sobre estas líneas, la temperatura de referencia o temperatura umbral para definir una ola de calor varía mucho entre diferentes puntos de la península Ibérica.
Por ejemplo, Reino Unido experimentó tres olas de calor en 2022, según Met Office. En la primera de ellas, en junio, se alcanzaron los 32,7 ºC en Suffolk. Mientras esta temperatura entraría dentro de lo normal en el verano del sur de España, en Reino Unido fue totalmente excepcional. Eso sí, durante la segunda ola de calor, en julio, se superaron los 40 ºC.
De acuerdo con los datos de la AEMET, todas las olas de calor registradas en España desde 1975 han superado máximas de 36 ºC, aunque en los últimos años los termómetros han marcado temperaturas mucho más altas. Durante la segunda ola de calor de 2023, entre el 17 y el 19 de julio, se llegarán a registrar 44 ºC en algunos puntos de la península Ibérica, según el aviso de la Agencia Estatal de Meteorología.
¿Y cuánto dura?
La propia definición de ola de calor señala que las altas temperaturas deben mantenerse durante un tiempo prolongado. En España, para que la AEMET considere que estamos en ola de calor, las temperaturas extremas deben darse durante al menos tres días consecutivos. Sin embargo, puede durar mucho más que eso.
La segunda ola de calor registrada en España en 2022 duró 18 días (la segunda más larga de la serie histórica). Además, fue la ola de calor más intensa de todas las registradas en el país. La tercera ola de calor del 2022 se mantuvo durante 17 jornadas, la tercera más duradera de la serie.
¿Cómo se mide la temperatura de una ola de calor?
Al hablar de olas de calor, es habitual que en los medios aparezcan fotos de termómetros en la calle marcando más de 50 ºC. También se difunden por las redes portadas de revistas antiguas que parecen confirmar que esas temperaturas se alcanzaban ya en 1950. No es que estos datos sean mentira, pero no pueden tomarse en serio.
A nivel científico, para que un dato sea válido, tiene que ser comparable con el resto de datos de la misma serie. Esto significa que tiene que haber sido recogido en las mismas condiciones que el resto. De nada vale poner un termómetro al sol sobre el asfalto e intentar comparar su registro con el de otro que está a la sombra en medio de un bosque.
En España, la AEMET toma datos todos los días del año en todas las estaciones meteorológicas. Sus termómetros están dentro de casetas de madera pintadas de blanco, ventiladas y separadas un par de metros del suelo. Así se consigue que los termómetros midan la temperatura del aire y no la de sus propios materiales. Es decir, no podemos tomarnos en serio lo que dicen los termómetros que están en la calle a pleno sol.
¿Hay más olas de calor que antes?
Las olas de calor son uno de los eventos meteorológicos más fáciles de relacionar con el cambio climático. La acumulación de energía en la atmósfera y en el océano a causa del aumento de los gases de efecto invernadero ha multiplicado la frecuencia, la duración y la intensidad de las olas de calor en todo el planeta.
En Estados Unidos, por ejemplo, la agencia medioambiental (EPA) señala que el número de olas de calor por año se ha multiplicado por tres en el país desde 1960. La duración media ha pasado de 3 a 4 días y la intensidad ha subido casi medio punto.
En España, hoy hay entre 10 y 12 días más de calor extremo al año que en 1980, según la AEMET. El último informe del estado del clima de la agencia española recoge que nueve de los diez años más cálidos desde 1961 se han registrado en el siglo XXI.
Lejos de estar localizados, este tipo de fenómenos están aumentando en frecuencia, intensidad y duración en todo el planeta. Según la Organización Meteorológica Mundial, son, además, uno de los eventos naturales que más mortalidad causan a nivel mundial.
Las causas de las olas de calor
Las olas de calor se forman, generalmente, por la llegada de masas de aire muy cálido a una zona determinada o por la permanencia prolongada de una de estas masas. Están asociadas a la presencia de anticiclones (altas presiones) y a patrones de circulación atmosférica típicos del verano. Esto sucede tanto en el hemisferio norte como en el sur.
En la península Ibérica es habitual que estos eventos estén asociados a la entrada de una masa de aire cálido y seco procedente del norte de África. La dorsal africana, un sistema de altas presiones que suele estar situado en el norte del Sáhara, se extiende y se desplaza, influyendo en la meteorología del sur de Europa.
Las olas de calor son fenómenos naturales y habituales en verano. Han ocurrido siempre. Sin embargo, su frecuencia, su duración y su intensidad se están viendo claramente afectadas por el cambio climático.
De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), está comprobado que en los últimos años los eventos de calor extremo son más intensos y duran más días en todo el mundo. Y se calcula que se irán volviendo más extremos a medida que la atmósfera y los océanos acumulen más energía por causa de los gases de efecto invernadero y aumente la temperatura media global.
¿Y cuáles son sus efectos?
Las olas de calor afectan a nuestra salud. Impactan especialmente en los trabajadores más expuestos al calor y en las personas más vulnerables, como los mayores, las embarazadas o la gente con problemas cardiovasculares, respiratorios o mentales.
Su presencia está asociada además con episodios de elevada mortalidad. Según un estudio de IS Global recién publicado en Nature, el calor extremo causó más de 61 000 muertes en Europa durante el verano de 2022. Italia (con 18 010 muertes), España (11 324) y Alemania (8173) fueron los países más afectados.
Para reducir el impacto de las olas de calor, desde lo público se pueden poner en marcha medidas como mejorar el sistema de alerta, reforzar el sector sanitario para que vigile de cerca a las personas más vulnerables o reverdecer las ciudades para reducir el efecto isla de calor.
A nivel individual también podemos tomar medidas para protegernos, como las que recoge esta infografía de la Asociación de Psiquiatría Climática de Estados Unidos.
Las consecuencias de las olas de calor van mucho más allá de nuestra propia salud. El calor extremo provoca, entre otras cosas, el descenso de la producción agrícola y ganadera, el aumento del consumo energético y la caída de la productividad laboral. Las olas de calor suelen ir también asociadas a las sequías y al incremento del riesgo de incendios forestales.
En resumen, una ola de calor es un evento de temperaturas anormalmente altas que se mantienen durante varios días. El aumento de su intensidad y su frecuencia es una consecuencia directa del cambio climático. Y, además, el calor extremo tiene un impacto elevado sobre nuestra salud, nuestra economía y nuestro entorno.